“LOUVAIN-LA-NEUVE, JAMAIS JE NE T’OUBLIERAI!”

Nombre: Cristina Català

Edad: 24

De dónde eres: Tarragona

Carrera: Ciencias Políticas y de la Administración

Años de estancia en el CMU: 3

En mi tercer año de carrera decidí dejar Barcelona, el Colegio Mayor y en definitiva todo lo conocido para irme a vivir y estudiar en el extranjero. Pedí una beca Erasmus, rellené todo el papeleo que me pedía mi universidad en Barcelona y la universidad de intercambio, preparé las maletas y puse rumbo a Bélgica.

Cris1Escogí Louvain-la-Neuve, una pequeña ciudad universitaria en la provincia del Brabante Valón (en la parte francesa del país) por el prestigio y la calidad académica de la Universidad Católica de Lovaina, en la que iba a estudiar y por su proximidad a Bruselas donde se encuentran las principales instituciones europeas.
El hecho de conocer el idioma también influyó en mi decisión ya que me permitió aprovechar al máximo las clases e integrarme en el país.
Louvain-la-Neuve es una ciudad encantadora, un tanto peculiar y con una historia curiosa. Joven y dinámica, sus habitantes son, en su gran mayoría, estudiantes ya que la ciudad se creó desde 0 en 1971, para alojar precisamente, a la parte francófona de la universidad que se trasladaba desde Leuven.

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El lago de Louvain-la-Neuve; donde se reúne todo el mundo cuando llega el buen tiempo para pasear, hacer deporte u organizar una barbacoa con amigos.
Las primeras semanas fueron caóticas. Había que organizarse: buscar alojamiento, escoger clases, inscribirse en la universidad y la comuna, comprar un teléfono con número belga y hasta abrir una cuenta en el banco. Pero nos daba igual, éramos muchos los estudiantes de intercambio que por allí andábamos por lo que hacer piña era relativamente fácil y además Louvain-la-Neuve es el lugar ideal para conocer gente y hacer amigos en seguida, ya sea en las asociaciones de estudiantes o la cola del supermercado.

 

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En el Erasmus se hacen amigos de todas partes del mundo, no solo Belgas en mi caso. ¡Mi grupo de amigos allí comprendía a Italianos, Portugueses, Irlandeses, Argentinos, Australianos, Coreanos, Suecos, Finlandeses, Chilenos, Franceses, Peruanos, Mexicanos, Alemanes, Colombianos, Estadounidenses, Griegos y Canadienses!
Los fines de semana estaban reservados para las comidas y cenas internacionales, cocinando y probando platos nuevos de todo el mundo. Y también para viajar; descubriendo Bélgica, de las Ardenas al Mar del Norte pasando por Brujas o Gante o para explorar Europa: Ámsterdam, Rotterdam, La Haya, Breda, Paris, Colonia, Budapest, Luxemburgo, Maastricht…

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De excursión en las Ardenas y en bici por Ostende.
Y al cabo de unos meses, llegaron las visitas, de familiares o de mis amigas del colegio mayor. ¡Para las que hice de guía turística!

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Anna y Alejandra en Bruselas.
Definitivamente realizar un intercambio de Erasmus es una experiencia única e increíble, en la que se aprende cada día y se hacen amigos que se convierten casi en familia.
Para mi la experiencia fue mucho más fácil teniendo en cuenta que no era la primera vez que vivía fuera de casa, el echo de haber pasado ya por el colegio mayor en los primeros años de la carrera me ayudo a adaptarme mucho antes a la vida allí, incluso si allí tuve que empezar a cocinar!

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