JMJ Cracovia 2016

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La experiencia de asistir a un encuentro con el Papa es muy emocionante. Estar rodeado de 2 millones de jóvenes católicos impresiona y es un recordatorio que te demuestra que SÍ HAY jóvenes que viven su fe y están dispuestos a cambiar el mundo para mejor,  contando con la fuerza de Dios.

El Papa mostraba una mirada alegre tras ver tantos jóvenes unidos por una misma razón: «Celebrar que Jesús está vivo entre nosotros y que con Él todo se puede.» Repitió lo que decía Juan Pablo II en las pasadas Jornadas: «No tengáis miedo y confiad en Él”. Junto a esa alegría se podía ver la esperanza que tiene el Papa en los jóvenes, ya que también reflejaba en su mirada el sufrimiento que tiene el mundo actualmente en guerras, falta de comida y recursos básicos.

Empezamos la peregrinación en Varsovia, donde nos alojamos con familias de la zona. La familia que nos tocó a nosotros fue espectacular, por no decir la mejor de todas. Una pareja mayor, de unos 70 años, que nos dejó su habitación para dormir, y no fue hasta el día siguiente que vimos que estaban durmiendo en el sofacama, SÍ, el sofacama.

Nos comunicábamos con señas ya que no hablaban inglés y nosotras no sabíamos polaco. A mi compañera se le ocurrió usar google translator y nos preguntamos: «son mayores ¿tendrán internet? ¿Tendrán portátil?» ¡Menos mal! Sí, tenían. Así todo fue más fácil, pero también más lento. Nos llamó la atención la mirada y expresiones de estos señores que sus gestos decían más que cualquier palabra. Eran un amor de personas que estuvieron alegres en todo momento. Aunque por nosotras tuvieran que madrugar, llevarnos en coche, preparar desayuno y cena para dos personas totalmente desconocidas. Y yo me pregunto: ¿Tú lo harías?

Pudimos ver que no era sólo esa familia, pues al llegar a Cracovia nos alojamos en dos casas más y pudimos ver ese amar y servir al que nos invita Jesús en el Evangelio. Y no solo ellos, sino también los voluntarios y toda la gente que nos rodeaba.

Antes de la llegada del Papa aprovechamos para visitar otros lugares importantes en Polonia. Fuimos a Auschwitz y Birkenau, campos de concentración nazi. Francisco luego dijo: «La crueldad no se ha acabado en Auschwitz, ni en Birkenau. Hoy se tortura a la gente. Hoy, en tantos lugares del mundo hay guerra y continúa sucediendo lo mismo». Y es en estas situaciones cuando más falta hace una oración diaria que lleve a un cambio real y visible.

También visitamos el santuario de Czestochowa, lugar donde Juan Pablo II tuvo gran devoción a la Virgen (de Czestochowa), muy relacionada con la historia del pueblo polaco, especialmente durante las dos guerras mundiales.

La Jornada Mundial de la Juventud podríamos decir que comienza en Polonia y continúa en casa, porque es donde Jesús quiere encontrarnos al acabar estos días. El Señor no quiere quedarse solamente en esta hermosa ciudad o en los recuerdos entrañables que nos llevamos, sino que quiere entrar en tu casa y vivir contigo tu vida cotidiana.

Al parecer nuestras familias adoptivas sabían que el Papa diría eso. Ya que nos tuvieron alojados como si fuéramos el mismo Jesús quien estaba en su casa.

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El día que el Papa llego a Cracovia, un grupo pequeño de nosotros y las Madres preguntaron si se podían sentar delante de la vaya para ver pasar al Papa. Accedieron con la única condición que no se levantaran. Era la oportunidad para que el Papa nos viera. Una de las Madres decidió darle una carta al Papa con una bandera de Venezuela y lo logró. ¿Cómo? Como dice el Papa: Hay que construir puentes y no muros. La madre, corriendo, se acercó al Papamóvil y le entrego al Papa en sus propias manos la carta.

Considero que todos tienen que vivir por lo menos una JMJ en su vida para que vean y vivan la experiencia de lo que nos invita Jesús a través del Papa y esa comunión de los católicos por intentar mejorar el mundo. Podría definir lo que se siente como un éxtasis laico-espiritual.Estefania Eliopoulos

Para saber más acerca del CMU: http://matersalvatoris.org/cmu-bcn/